Este tipo de olivo se cría de forma salvaje en lugares poco accesibles, conviviendo con chaparros, lentiscos y otras especies mediterráneas. Es un árbol bastante resistente a la sequía, aunque no tanto a las heladas. Su sustento se basa en el ciclo natural de nutrientes que se generan en el mismo entorno (por lo que no se llevan a cabo tratamientos fitosanitarios ni aporte de fertilizantes).
La recolección implica dificultad, soliendo hacerse ordeñando las ramas que sustentan las acebuchinas. Dado su poco peso no funcionan los aparatos vibradores para su recolección. Predomina el hueso sobre la pulpa, por lo que su rendimiento graso es bastante bajo: se necesitan unos 20 kilos de acebuchina para obtener 1 litro de AOVE. Esta razón es una por las que este tipo de aceite es poco conocido en la actualidad; si bien hay que decir, que en tiempos de Imperio Romano, era muy valorado por sus propiedades curativas (para las heridas).