La mejor noticia, y que cambia respecto a los últimos años pasados, es que por fin hemos tenido la visita de evoluciones nubosas que nos han dejado agua de lluvia. En publicaciones anteriores insistíamos en las continuadas temporadas de sequía que veníamos sufriendo. Sin embargo, este año, al fin nos acompaña la positividad que nos ha otorgado este cambio pluvial, y que ha regenerado por completo el paisaje del olivar.
Se podría decir que la situación estaba al borde de la hecatombe: muchos olivos estaban a punto de fenecer. Pero estas últimas aguas han hecho resucitar el campo de olivares, así como otros cultivos que también lo han agradecido.
La floración se ha adelantado, como ya viene siendo habitual los últimos años, posiblemente por las ganas de desarrollar que el olivo guardaba. Conforme vayan pasando los meses iremos viendo la evolución de las demás fases: crecimiento, creación de hueso y lipogénesis.
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