Conviene por ello realizar el desbroce cuando llega el momento oportuno, sirviendo el pasto resultante no sólo para lo ya mencionado, sino también para actuar de protector del suelo ante las incidencias del sol, y calor agresivo, en los meses venideros.
La raiz que queda tras desbrozar actuará de oxigenador para la tierra, evitando así la lucha del olivo contra la fermentación ocasionada por tierras compactadas (exentas de raices y por tanto de materia orgánica).
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