Una vez más hemos de mencionar la diferencia entre el olivar de secano y de regadío.
En el primer caso, poco podemos hacer salvo tapar esas grietas que se forman en el terreno, y evitar así que las raíces del olivo sean dañadas por la penetración del calor y aire seco.
En el caso del olivar provisto de riego, toca ir aportando a la planta el agua necesaria para que el fruto mantenga su correcto desarrollo. Siempre suelo expresar mi opinión: agua en su justa medida... nunca en exceso.
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